por Raúl Cazal. Ilustración: Nathally Bonilla
La palabra de Eduardo Galeano, además de pausada, con una cadencia que dejó de ser voz uruguaya para ser de ninguna parte o de todos lados, revela la reflexión de las historias mínimas, de aquellas que fueron silenciadas o sencillamente son silencios.
Sus crónicas dan cuenta de un continente invadido y de un pueblo que mantiene una esperanza en sus raíces. A veces tiene el ritmo de la nostalgia, que es una de las formas en que la memoria guarda el dolor. También guarda la forma de la historia muy alejada de la academia. El periodismo y el andar por la vida en la búsqueda de realidades le marcaron un estilo que impregna cada uno de sus libros.