12.6.11

Fragilidad

La memoria es frágil. Es por ello que constantemente hay que recordar que el gobierno de Hugo Chávez es una extraña “dictadura”. Para la derecha no es extraña, por supuesto. Es una dictadura aunque no comprenda su significado, así como el de democracia. Los términos participativa y protagónica, como lo expresa la Carta Magna, le son abstractos. Ellos prefieren democracia a secas debido a que se parece más a su forma de ir al mercado porque entre elegir desde un jabón hasta un presidente no hay mayor diferencia. En otras palabras, la democracia es consumo.

A esta interpretación burda hay que añadirle sus miedos atávicos a las supuestas amenazas que sufren sus libertades, en especial la de propiedad y de expresión, que “casualmente” siempre van unidas. La respuesta a estos ataques furibundos es la entrega de propiedad, desde vehículos hasta computadoras Canaima, pasando por viviendas para los sectores de la población que han sido marginados y por aquellos que fueron estafados por el mercado especulativo.


El término “libertad de expresión” ha sido secuestrado por los medios de comunicación privados. Al parecer todo pasa por allí y al hacer las cuentas de empresas de radio y televisión que ya no están en el mercado porque el Estado le retiró la concesión que les habían otorgado, no reconocen que en estos 12 años de gobierno bolivariano ha aumentado de 40 a 111 concesiones en televisión, de las cuales 61 están operadas por privados (55%), 37 comunitarias (33%) y tan sólo 13 son públicas (12%).

El impulso que ha dado el Estado venezolano al canal Telesur ha sido reconocido por la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, Argentina, quien otorgó al presidente Hugo Chávez el “Premio Rodolfo Walsh a los Presidentes Latinoamericanos por la Comunicación Popular” en abril de este año.

“Es cierto, el título es algo extenso”, escibió el escritor Vicente Battista y continuó: “Tal vez para cumplir con aquella premisa de Gracián (‘Lo bueno si breve dos veces bueno’), los medios hegemónicos decidieron transformarlo en ‘Premio a la Libertad de Expresión’. La brevedad no consiste en cambiar el concepto, pero ellos necesitaban cambiarlo, de ese modo podían referirse al desatino cometido por la Facultad de Periodismo de La Plata: premiar a un dictador que se empeña en clausurar las emisoras de radios y los canales de televisión opositores a su gobierno. Los periodistas y pensadores ‘independientes’, obedientes, unieron sus voces de protesta”.

Por estos lugares los medios de comunicación privados tampoco mencionaron a Rodolfo Walsh, escritor y periodista argentino que fue desaparecido después de haber hecho pública una Carta a la Junta Militar argentina en 1977. Dictadura que fue amparada por los dueños de los periódicos Clarín y La Nación, hoy miembros paladines de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Es por ello que no hicieron ningún comentario o señalamiento al respecto. De otro modo no se entendería la protesta.

Así es como ocultan las verdades la derecha. Y como la memoria es frágil, hay que estar siempre estudiando la historia, algo que tampoco gusta.


Raúl Cazal

Editorial de Le Monde diplomatique. Año III. Número 25. Caracas, mayo de 2011

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