26.4.07

Borges y el periodismo

El viejo dilema sobre las fronteras entre la literatura y el periodismo renace en el libro A quién le importa la opinión de un ciego, de Freddy Fernández y Raúl Cazal (comala.com). Los autores, periodistas, tuvieron la osadía de plantear la interrogante sumergiéndose en la infinita espesura de la escritura borgiana. A ambos los identifican también sus nexos con la literatura. En cierto sentido, sus historias personales constituyen la celebración de la libertad creadora, sin que ese hecho trabe su desempeño como profesionales del periodismo. Más allá de la pregunta planteada en un aula universitaria por Guillermo Sucre -si Borges inventó la entrevista literaria- el texto de Fernández y Cazal sorprende por sus múltiples hallazgos y por la indudable profundidad de sus planteamientos, además de la calidad estilística de su escritura.


En los albores de la profesión periodística, la frontera entre el periodismo y la literatura era apenas una tenue línea que permitía a los redactores escapar, sin tropiezos ni angustias, de la obligante sumisión a la doctrina de la objetividad, para asumir en propiedad el papel de intrépidos creadores con derecho a su propia y personal realización a través de la literatura. Los géneros, en periodismo y en literatura, no habían asumido aún el rigor de fronteras infranqueables. Y lo que los formalismos, de cualquier signo, suelen imponer como norma, era desechado como inconsistentes e injustas limitaciones. Pero advino el predominio del concepto empresarial de los medios y, como correlato, la esquematización de los modos de comunicar. Todo debía responder a las rígidas normas preestablecidas en aras de un periodismo de fácil comprensión y extrema pobreza expresiva. Pero ese no es el problema que concierne ni a Borges ni a los autores ni a su libro. Aunque en Territorios del Lenguaje, la primera parte de la obra, se realiza un exhaustivo análisis de las teorías sobre la entrevista periodística, el verdadero objetivo es Borges y sus múltiples articulaciones con el periodismo, sus entrevistadores y lectores. Lúdico como pocos, ese prodigio de inventivas que fue el escritor argentino, da para muchas exploraciones a lo largo de su frondosidad literaria, escrita y verbal. Porque Borges, escribiendo o hablando, siempre tuvo segundas intenciones. "En su encuentro, en su accionar con los medios de comunicación -concluyen Fernández y Cazal- Jorge Luis Borges se propuso crear a sus lectores, eludir el olvido. Forjarse un destino literario, dejar clara y patente su segunda obra". Eso que los autores denominan como la segunda obra de Borges es, en realidad, la continuación, por otros derroteros, en este caso periodísticos, de toda sus obra literaria. Sorprender a los incautos, estremecer a las plácidas conciencias de seres satisfechos consigo mismos, sacudir a los adoradores de las seguridades absolutas y de las respuestas trilladas ha sido uno de los juegos conscientes de todo su peregrinaje por los ámbitos literarios y periodísticos. A ese nivel de análisis, ya no es trascendente dilucidar si Borges inventó o no el género literario de la entrevista. Porque los autores de A quién le importa la opinión de un ciego lograron trasmutar un asunto formal en una reflexión penetrante y lúcida sobre un pensador y creador, referente del cual parecía que ya todo había sido dicho.

OLGA DRAGNIC

Publicado en Últimas Noticias, Caracas, 26 de abril de 2007.
Cartas al Editor. Pág. 33.

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